miércoles, 10 de octubre de 2012


EL envejecimiento en nuestra sociedad se ha generalizado como algo terminal en el que la persona,(adulto mayor)se ve como una carga que ya no tiene importancia, y muchos son excluidos de la sociedad, porque ya no aportan activamente de su trabajo para ella.

Hay que reconocer que esta sociedad, consumista está acostumbrada a absorber nuestras capacidades hasta el punto de dejarnos sin fuerzas.
Para el adulto mayor esta realidad es un concepto negativo, niega su participación, dentro de ella, ya que al adulto mayor no le permiten vincularse de forma activa o  continua sus limitaciones tanto individuales como sociales se desprenden de una capacidad proveniente de una consolidación de la identidad.

Freud decía que para la infancia las tareas prescritas están referidas a las actividades lúdicas y al estudio, para la adultez los roles están definidos en la familia y en el ámbito laboral, pero para el adulto mayor esto se hace invisible, interfiriendo en el área afectiva, produciéndose un descenso en el estado de ánimo general, predominando los componentes depresivos y diferentes temores ante la soledad, la indefensión, el empobrecimiento y la muerte.  Decayendo así el sentimiento de satisfacción consigo mismo y la capacidad de alegrarse.

Por eso es de vital importancia el desarrollo humano en esta etapa ya que le brinda la adulto mayor una mejor participación dentro de nuestra sociedad, no podrá ser igual pero si deben ser tomados en cuenta, para muchos el envejecer es tomado como poco, pero hay que reflexionar, porque allí llegamos muchos pero no todos podemos lograrlo, muy pocos lo vemos como la realización de nuestra vida, ya que es una etapa en donde podremos demostrar que mediante actividades, ejercicios y sobre todo ser escuchados, podremos conformar una nueva sociedad para el adulto mayor que permita la integración, aumentando la autoestima, y mejorando su calidad de vida.

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